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    The intention of the Spanish government to legalize the so-called “immediate returns” of immigrants (for example, sent them back immediately where they come from) threatens the Spanish Constitution, the European legislation, international law and the Geneva Convention of the United Nations.

    Through a paragraph, to be introduced in the law of public security, the executive of Mariano Rajoy insists on legalizing the practice common today to deliver to Morocco, immediately and without any previous identification, immigrants who have been intercepted on the fence boundary of Ceuta and Melilla.

    The current Spanish legislation already contains several legal figures to expel these people who come to Europe in search of a better future: expulsion (if an immigrant is surprised without permission of residence in the Spanish territory), refusal (if he tried to cross a border post, such as an airport or port) and return (illegal entry in another area, such as fences and coasts).

    The Ministry of the Interior Affairs has now coined a new term, “repulse at the border” which according to experts is without any legal value. In addition, the Spanish Government argues that the law on immigration must contain a provision that responds to the singularity of the geographical boundaries that converge in the cities of Ceuta and Melilla, the only land border outside western Europe and the only one on the African continent.

    Creating a special scheme for Ceuta and Melilla as it exists for these and other territories for different subjects, would be legal if not harming any law and any higher or supranational law. But the lawyers believe that rights as asylum are being violated.

    Rejecting an immigrant to Morocco without allowing him the possibility currently recognized by the law to seek asylum or international protection for humanitarian reasons is directly unconstitutional because it violates the fundamental right of this person to be heard.

    To make “immediate” expulsions possible, several international conventions, such as the Geneva Convention and the European Convention on human rights should be denounced, because this measure would conflict with them. Clearly, a nation, such as Spain, which has signed the Geneva Convention cannot send people back where you do not have the certainty that there is no danger for their security.

    Migratory flows undoubtedly represent a challenge for the European countries, but this does not justify the operations of control of the borders which are not compatible with the standard of human rights. When immigrants arrive in a country of the Council of Europe, the State authorities have the duty to examine their individual situation and allow them to request international protection.

    Another point of contention has to do with the legislative process to bring forward this measure: to introduce in a bill, the draft law about public safety, an amendment amending another constitutional norm, the law on immigration. What is obtained is not only a more rapid implementation of the arrangement, but it also avoids the parliamentary debate and reports of constitutional bodies that could put obstacles to its implementation.

    However, apart from these legal considerations, we cannot but point out that what is at stake in the so-called ”immediate returns” is the effective enjoyment of human rights and respect for the ethical and cultural heritage most sacred in the West.

    The person as an end in himself has been placed at the center of the international legal protection, worthy of protection and holder of inalienable rights. However, a legal short-sighted pragmatism can make us forget that the treatment of the other, the different, is the final proof of the values that sustain a civilization and the regulatory system in which they occur. From an ethical point of view, the restrictive reading of rights, the interpretations that do not go towards their progressive expansion and globalization and, of course, those who violate rules, separate from those that thus implement civilization and make them approach to barbarism.

    Undoubtedly, human rights as such are a milestone in the slow moral progress of humanity. However, they will always be on the high seas. Therefore, they are demanding from citizens a critical point of view towards the minimalist reinterpretations of his real content, a stance against the realizations that are placed at the margin of legality, especially when they originate from the authorities and leave in a situation of extreme vulnerability human beings with names and surnames that drag behind them terrible stories of suffering and injustice.

    La intención del Gobierno de legalizar las llamadas “devoluciones en caliente” de inmigrantes (es decir, echarles inmediatamente por donde han venido) atenta contra la Constitución española, la legislación europea, las leyes internacionales y la Convención de Ginebra de Naciones Unidas.

    Mediante un párrafo, que quiere introducir en la ley de seguridad ciudadana, el Ejecutivo de Mariano Rajoy pretende legalizar la práctica hoy cotidiana de entregar a Marruecos, sobre la marcha y sin identificación previa, a los inmigrantes que han sido interceptados en la valla fronteriza de Ceuta y Melilla.

    La legislación española actual ya recoge varias figuras jurídicas para expulsar a estas personas que llegan a Europa en busca de un futuro mejor: la expulsión (si se sorprende al inmigrante sin permiso de residencia en territorio español), la denegación (si ha intentado cruzar por un puesto fronterizo, como un aeropuerto o un puerto) y la devolución (una entrada clandestina por otra zona, como las vallas y las costas).

    El Ministerio del Interior ha acuñado ahora un nuevo término, “rechazo en frontera”, que según los expertos carece de valor jurídico. Además, el Gobierno de España pretende que la ley de extranjería contenga una previsión que responda a la singularidad geográfica y fronteriza que concurre en las ciudades de Ceuta y Melilla, la única frontera exterior terrestre de Europa Occidental y la única sobre el continente africano.

    Crear un régimen especial para Ceuta y Melilla, como existe para estos y otros territorios en diversas materias, sería legal siempre que no vulnerara ningún derecho y ninguna ley superior o supranacional. Pero los juristas consideran que se están vulnerando derechos como el de asilo.

    Devolver a un inmigrante a Marruecos sin darle la oportunidad actualmente recogida por la ley de pedir asilo o protección internacional por razones humanitarias es directamente inconstitucional porque vulnera el derecho fundamental de esa persona a ser escuchada.

    Para hacer posibles las expulsiones “en caliente” también habría que denunciar varios convenios internacionales, como la Convención de Ginebra y el Convenio Europeo de Derechos Humanos, con los que esta medida entraría en conflicto. Evidentemente un país firmante de la Convención de Ginebra, como es España, no puede devolver a personas donde no tiene la certeza de que no existe peligro para su seguridad.

    Los flujos migratorios sin duda representan un dÓesafío para los países europeos, pero esto no justifica las operaciones de control de fronteras que son incompatibles con los estándares de los Derechos Humanos. Cuando los inmigrantes llegan a un país del Consejo de Europa, las autoridades del Estado tienen el deber de examinar su situación individualmente y permitirles solicitar protección internacional.

    Otro punto polémico tiene que ver con el procedimiento legislativo para sacar adelante esta medida: introducir en una ley en trámite, el proyecto de ley de seguridad ciudadana, una enmienda que modifica otra norma orgánica, la ley de extranjería. Lo que se consigue así no sólo es una aplicación más rápida de la disposición, sino que se elude el debate parlamentario y los informes de los órganos constitucionales que podrían alegar obstáculos a su puesta en marcha.

    Más allá de las consideraciones jurídicas anteriores, no puede dejar de señalarse que lo que está en juego con las llamadas “devoluciones en caliente” es la efectiva vigencia de los derechos humanos y el respeto al más sagrado patrimonio ético y cultural de Occidente.

    Se ha puesto en el centro de la protección jurídica internacional a la persona como fin en sí misma, digna de amparo y titular de derechos inalienables. Sin embargo, un pragmatismo jurídico miope puede hacer olvidar que el trato al otro, al diferente, constituye la prueba definitiva de los valores que sostienen a una civilización y del sistema normativo en que cristaliza. Desde el punto de vista ético, las lecturas restrictivas de los derechos, las interpretaciones que no caminan en dirección a su progresiva ampliación y universalización y, por supuesto, las que vulneran las normas, alejan a los que así actuan de la civilización y los aproximan a la barbarie.

    Sin duda alguna, los derechos humanos en cuanto tales constituyen una piedra angular en el lento progreso moral de la humanidad. Sin embargo, siempre estarán en el alero. Por ello reclaman de la ciudadanía una mirada crítica frente a relecturas minimalistas de su contenido sustancial, una toma de postura frente a actuaciones que se sitúan al margen de la legalidad, sobre todo cuando provienen de los poderes públicos y dejan en situación de extremada vulnerabilidad a seres humanos con nombres y apellidos que arrastran tras de sí terribles historias de sufrimiento y de injusticia.


    La Spagna “cattiva maestra” in Europa?

    L’intenzione del governo spagnolo di legalizzare i cosiddetti“ritorni immediati” degli immigrati (ad esempio, rimandarli immediatamente da dove sono venuti) si contrappone alla Costituzione spagnola, alla legislazione europea, al diritto internazionale e alla Convenzione di Ginevra delle Nazioni Unite.

    Attraverso un paragrafo, che si vuole introdurre nella legge di pubblica sicurezza, l’esecutivo di Mariano Rajoy pretende di legalizzare la pratica oggi quotidiana di consegnare al Marocco, immediatamente e senza identificazione previa, gli immigrati che sono stati intercettati alla recinzione di confine di Ceuta e Melilla.

    La legislazione spagnola attuale già contiene diverse figure giuridiche per espellere queste persone che vengono in Europa in cerca di un futuro migliore: l’espulsione (se si sorprende l’immigrato senza permesso di residenza in territorio spagnolo), il diniego (se ha tentato di attraversare un posto di frontiera, come un aeroporto o un porto) e il ritorno (ingresso clandestino da un’altra zona, come ad esempio recinzionie coste).

    Il Ministero degli Interni ha ora coniato un nuovo termine, “respingimento alla frontiera”, che secondo gli esperti è privo di valore legale. Inoltre, il governo spagnolo sostiene che la legge sull’immigrazione debba contenere una disposizione che risponda alla singolarità del confine geografico e di frontiera che converge nelle città di Ceuta e Melilla, l’unica frontiera terrestre esterna dell’Europa occidentale e l’unica nel continente africano.

    Creare un regime speciale per Ceuta e Melilla, come esiste per questi e altri territori in materie diverse, sarebbe legale se non danneggiasse nessun diritto e nessuna legge superiore o sovranazionale. Ma i giuristi ritengono che si stiano violando diritti come quello d’asilo.

    Respingere un immigrato in Marocco senza dargli la possibilità attualmente riconosciuta dalla legge di chiedere asilo o protezione internazionale per motivi umanitari è direttamente incostituzionale perché viola il diritto fondamentale di questa persona ad essere ascoltata.

    Per rendere possibili le espulsioni “immediate” si dovrebbero anche denunciare diverse convenzioni internazionali, come la Convenzione di Ginevra e la Convenzione europea dei diritti dell’uomo, con cui questa misura entrerebbe in conflitto. Chiaramente, un p£aese firmatario della Convenzione di Ginevra come la Spagna non può rimandare le persone dove non si ha la certezza che non vi sia alcun pericolo per la sicurezza.

    I flussi migratori senza dubbio rappresentano una sfida per i Paesi europei, ma questo non giustifica le operazioni di controllo delle frontiere che non sono compatibili con gli standard dei diritti umani. Quando gli immigrati arrivano in un paese del Consiglio d’Europa, le autorità dello Stato hanno il dovere di esaminare la loro situazione individuale e permettere loro di richiedere protezione internazionale.

    Un altro punto di contesa ha a che fare con il processo legislativo per portare avanti questa misura: introdurre in un disegno di legge, il disegno di legge per la sicurezza pubblica, un emendamento che modifica un’altra norma costituzionale, la legge sull’immigrazione. Quello che si ottiene non è solo una più rapida attuazione della disposizione, ma si evita anche il dibattito parlamentare e le relazioni degli organismi costituzionali che potrebbero porre ostacoli alla sua attuazione.

    Ma al di là di queste considerazioni giuridiche, non si può non segnalare che la posta in gioco nei cosiddetti “ritorni immediati” è l’effettivo godimento dei diritti umani e il rispetto per il patrimonio etico e culturale più sacro dell’Occidente.

    Si è posta al centro della protezione giuridica internazionale la persona come fine in sé, meritevole di tutela e titolare di diritti inalienabili. Tuttavia, un pragmatismo legale miope può far dimenticare che il trattamento dell’altro, il diverso, è la prova definitiva dei valori che sostengono una civiltà e del sistema normativo in cui si concretizzano. Dal punto di vista etico, la lettura restrittiva dei diritti, le interpretazioni che non vanno verso una loro progressiva espansione e globalizzazione e, naturalmente, quelle che violano le norme, allontanano da quelli che così attuano la civiltà e li avvicinano alla barbarie.

    Senza alcun dubbio, i diritti umani in quanto tali sono una pietra miliare nel lento progresso morale dell’umanità. Tuttavia, saranno sempre in alto mare. Pertanto, reclamano dalla cittadinanza un punto di vista critico nei confronti di reinterpretazioni minimaliste del suo contenuto sostanziale, una presa di posizione contro le attuazioni che si situano al margine della legalità, soprattutto quando provengono da parte delle autorità e lasciano in una situazione di estrema vulnerabilità esseri umani con nomi e cognomi che trascinano dietro di sé terribili storie di sofferenza e d’ingiustizia.

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      Iván de Vargas

      journalist (Spain)
      periodista (España)

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